Esto de la falta de respeto al artículo 168 de la Constitución Política del Estado, sobre el periodo de mandato del presidente y vicepresidente, que debe ser de cinco años con la posibilidad de ser reelegidos “por una sola vez de manera consecutiva”, está produciendo un malestar terrible en la nación, justamente porque el oficialismo insiste en que el presidente Evo Morales pueda presentarse a una cuarta elección consecutiva en 2019.
Los ciudadanos han concurrido a un referéndum hace un año y en esa consulta ganó el No contra una inapropiada opción para que el primer mandatario se presente a una nueva candidatura. El resultado de dicho referéndum, que debió solucionar toda controversia, no está siendo respetado como se debía. Hoy el propio presidente alienta a agrupaciones sociales –a las que llama sus bases– para buscar la manera de presentarse a esa cuarta elección ilegal, donde lamentablemente lo animan sus partidarios más estrechos, que saben del error constitucional que se está cometiendo.
Los anuncios apocalípticos y las amenazas de lo que pudiera ocurrir si Evo Morales no es candidato nuevamente, producen la falsa impresión de que sin él Bolivia no tendría destino. Ha sido tal la ansiedad con que sus partidarios han llegado al poder, que les parece impensable que otro ciudadano pueda acceder a la Presidencia y que eso los lleve a perder las canonjías logradas o que la justicia pueda investigar la administración del Estado, que en la última década está siendo cuestionada.
El extremo ha sido unas declaraciones del excanciller David Choquehuanca a un medio de prensa paceño, cuando le habría dicho al presidente Morales que “el día que ya no puedas ser candidato ya no quiero estar en Bolivia, quiero estar lejos, porque va a haber matanza en este país”. Esto, afirmado públicamente, es demasiado riesgoso, porque sin duda que resulta una amenaza expresa a quienes alientan el respeto a la Constitución y es una advertencia a una ciudadanía que ha dado muestras de verdadero civismo.
El presidente y el partido oficialista están tomando el camino equivocado tratando de forzar lo que dice la letra de la Carta Magna y lo que ha ratificado el voto popular en un referéndum. Que alguien presuntamente serio y conciliador como el excanciller hable en ese tono absolutamente desproporcionado indica que la democracia en Bolivia está corriendo un evidente riesgo y que, desde el poder, se está conformando una corriente de opinión fáctica que no se debe permitir
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