Diferencias
sociales sin cambio
Mauricio Aira
Las diferencias
sociales en Bolivia han aumentado a pesar del cambio. La gente no tiene aún las
mismas posibilidades, lo que no puede continuar así. El deseo de desarrollarse
en cada ciudadano no debería tener limitaciones por lo que en los planes de Gobierno
que están entregando los partidos tiene que figurar la creación de fuentes de
trabajo estable, un aumento urgente de la seguridad y el funcionamiento de la
Justicia, además de un freno a la discriminación que subsiste.
¿Quién
puede poner en duda que la injusticia se campea? Hay ejemplos múltiples, las
mujeres ganan menos que los hombres por el mismo trabajo. Sus posibilidades de
hacer carrera son peores. Los hijos de familias obreras no tienen las mismas
condiciones para seguir estudios en la universidad. La discriminación en el
campo laboral es inocultable. Familias de bajos ingresos acusan más problemas
de salud y su esperanza de vida es mejor a las de altos ingresos económicos.
Reducir las
diferencias sociales no es tarea fácil, de ahí que el anuncio de acabar con las
injusticias enunciadas sea aplaudido. Bolivia tendría que ser una nación donde
toda la gente pueda vivir una vida rica y estimulante partiendo del ideal de
cada ciudadano, una forma clara está en terminar con la pobreza y las
injusticias, de tal manera que no sea necesaria una política asistencial y
proteccionista para ciertos grupos que son privilegiados y que provocan
malestar y miramientos.
Un programa
que se proponga crear tantos puestos de trabajo como hagan faltan, que el
bienestar común sea un hecho y las redes de protección para los más necesitados
funcionen efectivamente dentro de las Alcaldías que son las llamadas a velar
por “lo social” dada su proximidad al hombre. Las ayudas “asistenciales y
ocasionales” tendrían que reducirse, priorizando esta voluntad de enfrentar las
diferencias sociales reduciendo el desempleo en un mercado laboral que no hace
distingos de sexo, de origen étnico, de edad o de limitaciones físicas.
La inseguridad
es algo patético se refleja en el miedo a perder el trabajo, a ser víctima de
la injusticia, de la maldad o la criminalidad, a no contar con una asistencia
médica eficiente o a padecer acoso en la escuela, el trabajo, el barrio. Reiterar
la imprescindible condición de contar con un puesto de trabajo que apoye el
crecimiento de la familia, que los enfermos cuenten con asistencia médica
efectiva y que todos nuestros niños tengan las mismas posibilidades en el
futuro próximo.
Sociedades
adultas se han desarrollado en un ambiente de mayor seguridad y de
fortalecimiento de la Justicia. La asistencia médica a los niños tiene que ser
gratuita incluyendo la dental, los precios en guarderías y sitios de recreación
lo más bajos posible. Tiempo de introducir un seguro de asistencia infantil,
pagando un subsidio a quienes los atienden. Los jubilados sin vivienda propia
deberían contar con un apoyo para el alquiler y la reducción de los impuestos
que todavía les afectan.
Todos los
ciudadanos deberán tener iguales derechos ante la Ley, difamar por la raza, la
conducta sexual, el hostigamiento en los centros de enseñanza o en los
cuarteles, debería estar penado y la defensoría activa para sancionar las
violaciones. El acceso de los incapacitados a sitios públicos tiene que ser una
realidad, ejecutada por las municipalidades, las gobernaciones y el gobierno
central. El egoísmo, como conducta pública contra las minorías o los
discapacitados no puede ser posible. Fundamental que el Gobierno y sus voceros
digan la verdad, que no engañen y mientan como sistema político, aún cuando la
realidad vulnere su estabilidad o merme su popularidad.
Pautas como
las descritas tienen que sumarse al debate, incorporarse en los programas de
acción y finalmente ser analizadas por los ciudadanos en el momento de votar el
próximo 12 de octubre.
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