ENTRE HARTAZGO Y REPULSIÓN
Las redes sociales denotan un malestar que va adquiriendo características
de epidemia. Todo hace suponer que la población está experimentando una suerte
de empacho, de hartazgo. Esa molesta sensación sin plena identificación, se
está acercando peligrosamente a una neurosis que en lenguaje cotidiano
significa, cabreo.
Ese algo cercano a la intolerancia y pérdida de paciencia, no deriva de una
sola vertiente. Como en las neurosis pre divorcio, día a día se descubre que desde el modo de lavarse los dientes, o dejar
el champú mal cerrado, precipita una
inminente visita al abogado. Suena hasta gracioso, porque nadie se divorcia solo
por la manía de dejar una toalla húmeda tirada en el piso o
por picotear los platos ajenos.
Este proceso de deterioro es una suma -constante y sostenida- de
situaciones que van escalando hasta el estallido. A riesgo de equivocarme, son
los detalles que hacen prever una eclosión que, como la gota que colma un vaso,
se traducirá con inusitada fuerza en los
resultados del próximo referéndum. Aburre y desagrada la machacona pose de
magníficos siempre imitados pero nunca igualados a nivel global. Ese considerar
que la administración masista es el non plus ultra mundial, la maravilla digna
de envidia de reyes, presidentes y vasallos... carga. Al principio puede sonar
hasta positivo que se muestre una autoestima elevada que promueva al optimismo,
pero solo al principio. Luego, empacha y destruye.
Es como un buen chiste. La primera vez que lo oímos es genial, la segunda,
sigue manteniendo algo de su gracia, pero el chiste contado a diario y por el
mismo relator, -peor aún si es a lo largo de diez años o tres mil seiscientos
cincuenta días-, se torna inaguantable. E invivible.
Con la triste reputación auto edificada por este gobierno, -en Potosí por ejemplo- no se puede pretender
gran algarabía por una nueva promesa, porque todos saben que es una postura a
deshora solo por la inminente necesidad de votos a su favor. Cabrea que sin abandonar la postura soberbia
de magnate que luce sin entreacto el vicepresidente, deje caer de sus cuidadas manos varios
millones de dólares para la construcción de un hospital, pretendiendo que todos
ignoremos que es una demanda, entre
muchas otras a lo largo y ancho del país, que ha sido ignorada por una década de
sangre, sudor y lágrimas.
Cabrea esa magnanimidad pretendida. Ellos olvidan que no solo es mandato y obligación,
sino que son recursos propios de las regiones lo que se desembolsa. Ese
discursito empalagoso de lo grandes que son, ha pasado de ser insulto a la
inteligencia colectiva, a una franca
agresión. Y ningún agredido constantemente, deja eventualmente, de reaccionar
en proporción.
Seamos honestos. Los viajes del
presidente a Europa en días pasados, -excepto Irlanda cuya intencionalidad fue
bastante más oscura-, son viajes oficiales por su investidura, pero lejos están
de ser Visitas de Estado. Son recibidos y muy bien tratados, pero no son
invitados. Son viajes de negocios con tintes bien aprovechados en beneficio de
su imagen pública. Lo que se conoce como
matar dos pájaros de un tiro. Sus seguidores se emocionan al verlo compartir con
la señora Merkel. Desengáñense.
Si una empresa clave le pide a sus primeros
ministros que reciba al presidente de un país de aquí o de la quebrada del ají,
a quien le están vendiendo turbinas por cientos de millones de dólares, parte
de la función exigida, es apoyar a sus empresas porque redunda además, en
beneficio de su país. Lo propio sucedió en Francia donde estuvo de shopping de
radares millonarios. Las gestiones para
las visitas presidenciales tienen su génesis en las propias cancillerías. Lo
mismo para los múltiples doctorados honoríficos. Existen firmas internacionales
que hacen lobbying a esos niveles. Y no son gratis, son asesores pagados de relaciones públicas e
imagen para la exportación cuya eficacia se mide en resultados. Camuflar esto
en un supuesto desespero continental por contar con su excelsa presencia, guarda una considerable distancia.
Nosotros somos pocos y nos conocemos mucho. El incesante tener que hacerle
el quite a cachetadas destinadas a otros, también cabrea. Fiel a su estilo, SE,
quien está convencido de que es un ser angelado más allá del bien y del mal, se
expone constantemente. -Lo que en lo personal-, sería su problema. Pero da la
casualidad, de que representa a un país de diez millones de personas, que no son
todas monigotes pintados en la pared, por
lo que se espera al menos discreción y buen tino en las declaraciones públicas.
Amenazar con "disturbios" al candidato opositor y casi seguro próximo
presidente argentino, por hacerle un mimo a su abatida amiga Cristina a tiempo
de afianzar su auto proclamación como heredero del castrismo en extinción, es
una mala idea. Que un diputado chileno
declare que Evo Morales le parece una "artesanía con patas", molesta
y mucho. Pero aplica aquello de que el que dice lo que no debe, escucha lo que
no quiere.
Karen Arauz
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