No, estimados lectores, no se trata de la novela del mismo nombre de Ernest Hemingway sobre la Guerra Civil Española ni de la película homónima protagonizada por Gary Cooper e Ingrid Bergman. Se trata de las campanas que doblan por el incoherente “Estado Plurinacional de Bolivia”, creado éste mediante el acto político de un referéndum que legalizó un texto constitucional a todas luces ilegal en sus secuencias previas.
El Estado Plurinacional -que pretendía dar “nuevos horizontes de cambio” a la otrora venerable República de Bolivia- se agota a sí mismo por un conjunto de fallas institucionales y humanas que lo tienen a mal traer. Es más, comienza a tener la imagen de “estado bandolero” ante la comunidad mundial debido a su pasividad (algunos hablan de apoyo) frente a temas tales como narcotráfico, terrorismo y contrabando. Como ejemplos, citemos lo que todo el mundo sabe y tanto preocupa ahora. Un policía de alto rango -hasta hace poco importante funcionario gubernamental- acaba de admitir ante un tribunal estadounidense su culpabilidad en el tráfico ilícito de estupefacientes. El Poder Ejecutivo recibió con honores y dejó escapar -sin hacer nada por impedirlo- a un iraní buscado por Interpol ante su presunta responsabilidad en el atentado de 1994 contra una mutual judía en Buenos Aires. Por intereses oscuros se ha legalizado el ingreso al país de autos sin papeles, muchos de ellos robados en naciones vecinas, provocando un escándalo verdaderamente “plurinacional”.
Como tope de la torta, se denunció oficialmente una Convención de las Naciones Unidas que restringe el uso de la hoja de coca, so pretexto de ser esta “sagrada” y para impulsar el colonial “acullico” como si fuera un hábito de sectores mayoritarios entre los bolivianos.
La verdad de la milanesa: hay que proteger los cultivos cocaleros de Chapare, donde se encuentra la base política del actual Gobierno. Estos casos son contundentes, reales, concretos, cercanos en el tiempo. Acelerarán -inexorablemente y en democracia- el réquiem del régimen. Súmense problemas tales como la aplicación de diferentes “justicias” para satisfacer las llamadas “costumbres ancestrales” de las 36 seudonaciones creadas artificialmente, la peligrosa crisis alimentaria –por restringir de forma irresponsable poniendo innumerables dificultades a la masiva producción agropecuaria del oriente-, más otras muchas dificultades creadas o por crearse tanto en lo interno como en lo externo. El todo suma un caos insuperable.
Sí, las campanas doblan por este Estado Plurinacional corroído por dentro y conste, sin que nadie desde fuera haya movido un dedo…
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