Durante cuatro horas y veinte minutos, el presidente Evo Morales ofreció un extenso y poco novedoso informe con motivo del séptimo aniversario del Estado Plurinacional y el décimo primero de su gestión al frente del Palacio Quemado. Más allá del problema comunicacional, ninguna persona racional puede seguir un discurso de tal magnitud sin caer en la confusión, el cansancio y el aburrimiento. Fue el tercer discurso más extenso de su gestión después del de 2014, que duró cuatro horas 38 minutos y del que ofreció el año pasado, que ocupó cinco horas 47 minutos.
En esta ocasión, Morales centró su exposición sobre la base de una única tesis: su Gobierno hizo más que todos los demás desde el inicio de la República en 1825. Es decir, fue la mejor gestión en 191 años. Una exageración insostenible en términos políticos, económicos y culturales.
El mismo Morales ha reconocido en su exposición que la “microcorrupción”, las carencias en la educación, la falta de justicia, el desempleo y los problemas en la salud son los aspectos pendientes que aún se deben mejorar. Está claro que estos problemas estructurales no pudieron ser resueltos durante las gestiones consecutivas de Morales y, más bien, se han agravado, particularmente, en el caso de la corrupción y la falta de justicia. Fue sin duda un Gobierno que permitió avances significativos en materia social, económica y cultural lo que llevó a la constitución del nuevo Estado Plurinacional en 2009, sin embargo, los problemas de fondo permanecen para la mayoría de los bolivianos. Hay que aplaudir que Morales no haya ensayado un discurso confrontacional e ideologizado como nos tenía acostumbrados en anteriores evaluaciones. La realidad de un año difícil como el que ha sido 2016 en varios frentes obligaron posiblemente al mandatario a mostrar un rostro más equilibrado.
Faltó en su discurso una visión más autocrítica de su gestión y de sus aspiraciones políticas. Durante una entrevista con EL DEBER, Morales reconoció que la convocatoria al referéndum constitucional de febrero pasado, que pretendía habilitar una nueva reelección, fue un error. Sin embargo, insiste en buscar un camino incierto para forzar su postulación en 2019, pese a que la gente le dijo No a su continuidad en el poder. Ojalá en estos años que le restan a su mandato, Evo Morales pusiera todas sus energías en resolver los problemas de fondo no resueltos que aún enfrenta Bolivia: pobreza, desempleo, corrupción y falta de justicia
la vida política y social de Bolivia adquiere un dinamismo incesante sea porque los problemas básicos no llegan a resolverse sea porque no existe la voluntad política de asumirlos. Este sitio pretende hacer el seguimiento de los asuntos en mesa y traer al debate los que no están resueltos en la medida de la justicia, el derecho y las espectativas del hombre boliviano
martes, 24 de enero de 2017
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