En principio deseo saber si el tratar de digerir por completo el mamotreto
que ha sido el "mensaje -informe-auto alabanza" conmemorando el
tercer año de la aprobación sombreadita de la CPE que cambia el nombre de
República a Estado Plurinacional de Bolivia, cuenta como penitencia y si se
gana indulgencias de algún tipo. Si es
así, el próximo año, me esforzaré. La dosificación de quince en quince minutos,
al estilo del cochabambino invento del
"tranca pecho" como gráficamente indica su nombre, es necesaria por una
cuestión de salud y no sólo mental. La ventaja de un transmisión en cadena
nacional obligatoria, es que el mensaje, por su extensión, sólo amerita un par
de líneas.
Los expertos y analistas son los encargados de traducir para la inmensa mayoría, los jeroglíficos que son
como papiros egipcios, vale decir que aunque oculto, algo tiene que haber en su
contenido. Como ya es tradición, las cifras que cada vez se vuelven más
incómodas para la lectura de SE, son un
magnifico recurso para hipnotizar (o adormecer) a cierta audiencia. Es que estos mensajes llenos de sólo buenas
noticias y bonanza pletórica de oportunidades, hace que por un día se sienta
que ahora sí se vive bien. Vuela la
imaginación y las ilusiones en un viaje
al país de la fantasía donde la música, las danzas, la profusión de banderas
multicolores, las pantallas gigantes y toda la parafernalia, es como para un
niño un día en un parque de diversiones.
Encima, como está prohibido pensar por su cuenta -de existir alguna
duda- ésta debe ser desechada.
Pero algunos adultos mayores, sabemos que los trucos de fantasía y
ensoñación, oculta tras los escenarios, una serie de feos mecanismos que nada
tienen que hacer con ese mundo ideal. Son pura mecánica puesta al servicio de
la causa. Y nunca más cierto aquello de que el fin justifica los medios. Lo que
la inocencia de la audiencia no puede -ni quiere- reconocer, es que la danza de
los millones no es un logro plurinacional.
Son otros, los chinos por ejemplo, los causantes del aumento de las
exportaciones y de los grandes ingresos al Tesoro, y por ello no guardan
relación con el "antes".
Los noticiosos de la noche del día de maravilla, tuvieron que alternar
entre la fiesta y lo que sucede en este país detrás de bambalinas. Un nuevo y
al mismo tiempo reiterado accidente en los Yungas, de donde no solo viene la
coca para el ahora reconocido acullico, sino, además seres humanos, le helaba
el alma a decenas de familias. Los
esfuerzos de humildes y valerosos bomberos y grupos de voluntarios rescatistas, con sus
paupérrimos recursos, escarbaban la tierra y se sumergían en el río sólo para
arrebatarles los cuerpos de decenas de
personas, que no pudieron asistir a la fiesta de la fantasía.
Las vetustas ambulancias que apenas pueden subir la cumbre, llevando en su
interior heridos para los que cada segundo cuenta, desdice en mucho, la
realidad que se quiere pintar. Todos hemos oído de los helicópteros -adquiridos
con el dinero de todos- para rescate de
víctimas de desastres. Es probable que estén en mantenimiento, después de la
ardua (aunque aparentemente infructuosa) campaña que desarrollaron en el Beni o
alguna otra parte, en actividad deslumbrante al servicio del proceso de cambio.
Miles de familias ven con espanto, como la inclemencia del clima arrasa con
sus cultivos y sus animales -su única posibilidad de supervivencia-, mientras
en la Plaza Mayor por horas y horas, el show sigue y nadie, claro, se acerca en su auxilio. Muchas madres,
intercalan sus horas entre el secado de sus pocas pertenencias, con una larga
fila para lograr un espacio para su niño en una de las escuelas del maravilloso
y protector Estado Plurinacional. Otras
madres y padres, deambulan por los hospitales públicos, como sombras en
búsqueda de medicamentos o insumos inexistentes en los depósitos en virtud a la
otra vez maravillosa, realidad estatal.
Es probable que para Leopoldo Fernández, la justicia nunca llegue a
dilucidar su inocencia o culpabilidad.
Pero si es probable que le llegue la muerte como sucedió con Kieffer y Fortín,
gracias a la acción del Estado, que ni
siquiera se conmueve por el sufrimiento humano de un enfermo, y para quienes
debería ser sagrado al menos su derecho a un proceso justo y equitativo y el
acceso a auxilio médico oportuno. Eso se llama derechos humanos elementales y
nada de ello ha sido mencionado en el día de regocijo general.
La red de extorsión no es un invento de la derecha opositora aunque así lo señala el gran dedo acusador del Estado Plurinacional.
El aberrante escándalo suscitado en la
asamblea Departamental de Chuquisaca, producto del alcoholismo generalizado en
las celebraciones plurinacionales, ni siquiera es mencionado. El que un
Asambleísta Departamental de La Paz, al ser masista, continúe en absoluta
libertad pese a que en su caso, sí existe ya una sentencia de condena a treinta
años de cárcel por el asesinato del Alcalde de Ayo Ayo, no amerita ni una
palabra. Ni un mea culpa. Ni un atisbo de humildad para reconocer que hay cosas
que están sucediendo como nunca "antes".
Llegó y paso el 22 de enero, feriado nacional para dar oportunidad a los
libre pensantes de este país, a reflexionar qué es lo que hace que se acepten
las mentiras como axioma de cambio necesario, debiendo expresarse con excesiva, inconsciente e insultante alegría, para ayudar a que parezca
que todo es verdad.
Karen Arauz
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