lunes, 24 de diciembre de 2012

Maria Galindo se atreve "la virgen cruceña" habla de la rebelión de las cunumis sin pedir permiso ni perdón. tema para debate


Hacen un gran esfuerzo los medios de comunicación por demostrar que las mujeres cruceñas están dispuestas a desperdiciar su vida desfilando como ganado en las pasarelas en busca de un buen partido. Que las mujeres cruceñas están desperdiciando su vida en camas solares cancerígenas y en mesas de cirugía para aumentarse con silicona cancerígena las tetas por tan solo agradar a la mirada machista sobre sus cuerpos. Que las mujeres complacen el machismo hasta con la respiración y que están subyugadas a la tiranía estética sobre sus cuerpos.
Los medios de comunicación nos dicen que todas sueñan con ser azafatas de la feria, no importa el costo en dignidad, que ser magníficas es aspiración de vida generalizada aunque para eso tengan que volverse opas y renunciar al ejercicio de pensamiento. Los medios tapan, esconden, silencian y desvían la mirada de la gran rebelión de las cunumis que está sucediendo cotidianamente en Santa Cruz, una rebelión que solo necesita conectar todos los cables para desplazarla del acto individual al acto colectivo. No estoy alucinando, lo puedo demostrar.
Uno de los objetivos de esta columna va a ser ese; porque lo que no se explicita, lo que no se verbaliza y queda oculto, no existe. Esa rebelión subterránea de las mujeres cruceñas necesita una pantalla donde enunciarse, una fotografía y muchas palabras que sirvan para que todas esas rebeldes sueltas no se sientan aisladas, locas o invisibles. Para que todas esas rebeldes encuentren las palabras para gritar lo que sienten y por fin terminen de perder el miedo y la vergüenza, que es con lo que todos los días las amenazan. Para que rompan con la tiranía del control social y exijan a sus amigas, madres o parejas que las quieran como son, sin chantajes de por medio.
La Virgen cruceña no está pariendo en el corral junto a los animales y dispuesta a renunciar a su vida por dar vida a un Salvador. La María cruceña quiere salvar su propia vida, está dispuesta a abortar, quiere inscribirse a la universidad, quiere trabajar, quiere divorciarse, quiere gozar del sexo. Quiere desatarse y soñar y además sabe que puede hacerlo sin pedir permiso, ni perdón a nadie, porque su redención es ella misma 

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